GUARDIOLA, VALDANO Y LA TENTACIÓN DEL DEMIURGO

Mavid Data
7 min readJul 8, 2022

por @JBozsik2

Butragueño, Guardiola y Valdano

En “The Comedy of Errors” (La comedia de las equivocaciones), Shakespeare escribe deliciosamente que “la libertad indócil es domada por la propia desgracia”. El escritor inglés está estableciendo una paradoja entre el ineludible libre albedrío y el miedo a esa libertad.

Sabemos que el libre albedrío sin restricciones legales o morales luego se convierte en tiranía. Tengo libre albedrío para decidir si voy a matar a mi enemigo, pero sin reglas que limiten o castiguen esa voluntad, estamos en la “ley del más fuerte”.

Por eso, abdicamos de la libertad absoluta para vivir en sociedad (orden). Esta relación entre libre albedrío y orden ha estimulado miles de preguntas y respuestas.

Podemos definir esta relación entre libertad y orden en dos sentidos: a) el ontológico; b) el histórico-cultural. El argumento ontológico es aquel que no cambia con el tiempo. El histórico-cultural es aquel que varía con la dimensión del tiempo.

La relación entre la libertad del jugador y orden colectivo es un elemento ontológico del juego, que será encontrado en cualquier lugar y época. No obstante, el tipo de relación entre libertad y orden varía en cada lugar y época, es su dimensión histórica más que ontológica.

Para que entendamos el diálogo entre Valdano y Guardiola, hice esta introducción. Valdano trabaja en la dimensión histórico-cultural cuando se pregunta si en el fútbol de hoy el libre albedrío del jugador no está siendo descuidado en favor de un orden exasperado y autoritario.

Pep llama al orden un “método” y lo define como que todos reconozcan lo que se está haciendo en el campo, ya que la libertad absoluta sería el caos (argumento ontológico). No obstante, Valdano hizo un cuestionamiento histórico, partiendo de la premisa socialmente aceptada de que el fútbol de hoy siempre guarda alguna diferencia con el de antes. Inicialmente, Guardiola se protege de la pregunta como técnico de fútbol actual al defender la existencia del orden (argumento ontológico), más como aún precisa atacar la cuestión, opera el tránsito de lo ontológico a lo histórico al afirmar: “En el fútbol moderno, jugar así (sin orden ni método) sería un caos”.

El establece una división: a) fútbol moderno; b) no moderno. En lo “moderno”, el método sería necesario; sin embargo, en lo “no moderno” no lo sería. Por lo tanto, la primera contradicción: el método ya no es necesario en el fútbol y se vuelve necesario solo en el “fútbol moderno”.

A partir de aquí, Pep no deja de operar en la dimensión histórico-cultural y comienza a defender su punto de vista: “Players can’t have the freedom to make decisions in each moment without having the collective direction”. (“Los jugadores no pueden tener la libertad de tomar decisiones en cada momento sin tener la dirección colectiva”).

Para él, el método sería una dirección colectiva que está arriba (Henry lo dijo en 2008 cuando fue sustituido) y oriente la decisión del jugador. El objetivo del método es dar seguridad al jugador ante la incertidumbre del juego. Es decir, se trata de solucionar el miedo a lo desconocido.

Volviendo a Shakespeare: para Guardiola, la libertad es más miedo a la autonomía de la voluntad que al goce del libre albedrío, es miedo a ser libre, porque “la libertad indócil es domada por la propia desgracia”.

Al final de su argumentación, Guardiola deja claro cómo ve la relación entre el libre albedrío y el orden. No obstante, lo trata como una necesidad y no como una opción: “We want to give players the security that what will happen they will be able to solve it”. (“Queremos dar a los jugadores la seguridad de que lo que va a pasar lo van a poder solucionar”).

Recientemente, Grealish dijo que a Pep no le gusta que se pierda el balón, así que prefería una jugada más segura que arriesgar. Ellos van al campo con una lista de instrucciones en la cabeza sobre qué hacer, qué no hacer, cómo operar, cómo reconocer el mecanismo y dar continuidad.

La visión del orden de Pep Guardiola posee un trasfondo histórico-cultural que rodea cierto fútbol holandés e inglés y que guarda— a veces de manera subconsciente— la formación religiosa y cultural del lugar.

Calvino argumentó que, debido a que los seres humanos habían perdido su libertad con el pecado original, estábamos atrapados entre las cadenas del pecado, y solo la gracia (a través de la acción o movimiento de un demiurgo) puede liberar escogiendo a los “suyos”.

La igualdad formal entre los hombres está establecida, pero este orden funciona como un demiurgo que disciplina los cuerpos y los gestos, jerarquiza la sociedad y transforma la vida pública en performance social.

El Imperio Británico en la época victoriana fue un ejemplo de este proceso de fundación de las libertades civiles mediante un orden jerárquico, disciplinario y socialmente performativo. En este mundo anglosajón, el orden no es un limitador de nuestros deseos, sino el fundamento de la libertad civil al conceder derechos y deberes para que los más fuertes no impidan el ejercicio del libre albedrío. El orden que nos golpea con la zarpa del poder sería también una garante de nuestra libertad, limitada — en teoría — sólo por las leyes y no por la voluntad del soberano (libertad negativa).

Con el tiempo, este concepto de libertad se irá ampliando con la acción garantista del Estado (libertad positiva). Lo que importa es que en este mundo anglosajón, la monarquía es memoria y la política es el demiurgo que crea el orden que produce la libertad civil.

La manera como Pep ve la relación entre el libre albedrío y el método acarrea esta visión cultural. El entrenador es un demiurgo que salva a sus jugadores de la incertidumbre, e implanta un imaginario colectivo que hay que seguir a través de sus mecanismos.

Es este orden implementado por el demiurgo el que SALVA A LOS SUYOS del caos y el desorden, es decir, de la prisión de incertidumbre del pecado original. Sin saberlo, la visión de Pep del orden lleva fuertes elementos de la idea de la predestinación y de la tentación del demiurgo.

A pesar de la admiración mutua, la cultura y el subconsciente de Valdano se formaron en otra parte. San Agustín decía que el libre albedrío en la búsqueda de la verdad sobre uno mismo y las cosas era el primer bien mismo, aunque incurriese en errores.

Por eso, en las Confesiones, San Agustín abraza el error casi como un proceso de autoconciencia y no como una cárcel inmóvil. El orden ya no es un demiurgo moral, sino una negociación flexible entre cada individuo en aras de la libertad interior.

En Argentina, como en toda América, una cultura híbrida construida sobre el contacto entre los pueblos, establece negociaciones violentas, pero también fronteras de resistencia, creando líneas de fuga y flexibilidad.

Nuestro orden es de gestos desenfrenados y extravagantes. En el mundo anglosajón, hay una serie de cosas que no se deben y que se deben hacer, y solo eres libre a partir de aquí. En América Latina, en cuanto a orden podemos tener una gran lista formal de lo que puede o de lo que no puede, pero -al final- todo se negocia. Esta negociación puede ser para mal como para encubrir a un poderoso, o para el bien cuando protege la resistencia de los más débiles frente a un contexto injusto. Aquí se hace más clara la dimensión histórico-cultural de esta relación entre libertad y orden.

Veo dos dimensiones importantes para entender esta relación: la libertad corporal y la libertad de decisión. Algunas órdenes necesitan de una gran disciplina corporal y contención de los gestos, una profunda racionalización de dónde estar y qué hacer, como admitió el propio Guardiola.

Aquí el demiurgo tiene poder sobre los cuerpos. Los órdenes más funcionales necesitan gran capacidad para moverse, abrir espacios vacíos, leer estos espacios e invadirlos. Aquí, el orden aporta gran flexibilidad a los movimientos de los cuerpos, requiere negociación.

Recientemente, el argentino Zaracho dejaba esta distinción bastante clara: “Con Sampaoli no me sentía cómodo por el estilo. Quería que fuera más posicional. Cuando llegó Cuca tuve más libertad para ir a buscar espacios con el balón, tirar diagonales”.

La libertad de decisión es otro aspecto. Fábregas y Eriksen afirman que con Conte todo era cuestión de seguir lo que ya estaba predefinido, mientras que con otros entrenadores podían usar más su intuición para decidir en el momento.

No tiene sentido discutir si hay libertad en Guardiola, ya que la indisciplina es también parte del libre albedrío. Más interesante es abordar la relación entre libertad y orden desde el punto de vista de la LIBERTAD DEL CUERPO Y DE LA MENTE. A partir de esto, darse cuenta de que existen ordenes más flexibles.

Anotaciones: Tweets de la cuenta Jozsef_bozsik2 @JBozsik2 que me he encargado de recopilar y traducir. El título fue propuesto por el propio @JBozsik2 en el primer mensaje del hilo. Para leer los tweets en portugués necesitarán su permiso.

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Mavid Data

Documentalista. Antropología del fútbol. Cuenta oficial, pero no oficialista.