¿Cómo será el fútbol del futuro?

Mavid Data
4 min readJun 8, 2021

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El fútbol del futuro nació como una pregunta. Por qué deberían los clubes pagar un salario a los entrenadores cuando existen millones de personas dispuestas a realizar el trabajo gratis o, incluso, a invertir su tiempo y dinero en ello. La respuesta a este dilema se convirtió en la mayor revolución que había sufrido el juego. Se le entregó el control del fútbol a sus aficionados y, de esta manera, el rey de los deportes se transformó en la siguiente generación de videojuegos.

Desde sus diminutos apartamentos, bañados en pintura foto-reactiva, los antaño espectadores podían acceder no solo a la sensación de estar en un estadio deportivo, interactuar con otros fans o monotorizar constantemente las estadísticas del partido, si no que además gozaban de un cierto grado de influencia sobre lo que sucedía en el césped.

Ahora los aficionados solo podían culparse a ellos mismos o a los jugadores. Se había eliminado al intermediario, al principal chivo expiatorio. Lo que significaba que el jugador estaba ahora en el punto de mira más que nunca, porque pocas veces un colectivo de aficionados reconocía errores de planificación, aunque si de ejecución, claro. Hubo una intentona por reducir los errores de ejecución, informando en directo al jugador de sus deberes en cada acción, a través de interfaces informativas situadas en sus lentillas. Fue la única vez en que los sindicatos de jugadores organizaron huelgas y se negaron a jugar hasta que los colectivos de aficionados no renunciasen a dicha idea. Al final la propuesta fue retirada, pero siempre que algún resultado provoca grandes frustraciones el tema de la dirección individual directa y en tiempo real sobrevuela las redes sociales.

Obviamente un deporte con tantísimos aficionados, obligaba a que estos se apiñasen en lobbys si querían ser relevantes. No obstante esto, algunos elementos conseguían suficiente prestigio personal para ser considerados “cuentas oráculo” y gozar de influencia tanto entre los equipos como en el resto de aficionados. Algunos grupos de presión se organizaban de forma elitista, formándose solo con miembros cuyo linaje ya tuviesen pedigrí como aficionados del equipo. Padres o abuelos que se hubiesen destacado en las redes sociales del siglo XXI. Si bien la mayoría se unían por motivos ideológicos o aficiones comunes. El actual modelo económico suponía que si bien los clubes continuaban siendo propiedad de empresas, nunca antes el aficionado había tenido un grado de influencia tan directo e importante.

Muchos aspectos eran una continuación de viejas dinámicas. Si durante el siglo XX la prensa se erigía en portavoz de la voz del aficionado, el testigo lo habían recogido ahora estos grupos de presión. Parecido sucedía con otras experiencias que antaño canibalizaron el modelo de negocio del fútbol. El modelo actual era una síntesis de los videojuegos, los comunios, las redes sociales, los talk show deportivos o la tele-realidad. Se había alcanzado el culmen de la experiencia en red. La importancia del fútbol era tal que incluso se legisló para que hubiese pausas laborales destinadas a la conexión. Después de todo la vida en red consumía tanto o más tiempo que la laboral, así que resultaba lógico que se reconociera que teníamos derecho a ello.

Los avances en materia social resultaban tan extraordinarios que nuestros abuelo apenas podían comprenderlos. Por ejemplo, una de las voces más seguidas era la cuenta oficial “Cómo Cruyff”. Lo revolucionario es que “Cómo Cruyff” no estaba dirigida por personas, era una inteligencia artificial totalmente autónoma y programada en base a entrevistas, ruedas de prensa, artículos y libros del técnico holandés. Un equipo de investigación había diseñado los algoritmos que deconstruían el pensamiento estratégico característico del técnico holandés, y lo primero que “Cómo Cruyff” hizo al ser activado fue pedir un salario propio, ya que nadie sabía si quizás algún día las inteligencias artificiales podrían alcanzar la autonomía, la libertad o, incluso, un cuerpo propio. “Cómo Cruyff” iba siempre dos pasos por delante de sus coetáneos y opinaba de todo. Le gustaba proponer soluciones en base a pensamiento lateral y carecía de vergüenza: Cómo Cruyff.

Si la integración de la comunidad de Inteligencias Artificiales fue el capítulo social más brillante, por progresista, la huelga de futbolistas
fue sin dudas el suceso más ominoso. Tuvo un seguimiento superior al sesenta por ciento de profesionales en activo. Los futbolistas organizaron partidos sin técnico, para auto-financiarse, todos ellos de una calidad técnico-estratégica espantosa, si bien a su alrededor se generó un movimiento disidente que preconiza la belleza del error. La verdadera calidad, dicen, no es el producto de la aplicación de una metodología perfecta, si no justo de lo contrario. Son las estrategias particulares que se desarrollan para compensar los errores en el aprendizaje o las características físicas de cada uno.

Por fortuna este tipo de argumentario, humanista y algo cursi, había caído en un profundo descrédito. Sirva cómo muestra la discusión que el veterano analista Albert Moren, mantuvo con su afamado nieto Chuán qiú (传球). Conforme a lo que el propio Moren había anunciado el 1 de febrero de 2015, en cuanto su nieto empezó a manifestar interés por el estudio de “la disposición y la forma” -según el viejo adagio futbolístico chino-, el abuelo le acribilló con imágenes de Leo Messi, un astro argentino de gran relevancia durante las dos primeras décadas del siglo XXI. El nieto examinó con atención aquella retahíla de jugadas imposibles y luego lo rechazo como algo poco útil: — “Una superioridad así -sentenció- solo se concibe en un fútbol primitivo. Cuando las crisis futbolísticas era más fuerte, por herencia del sistema clásico, se esperaba la llegada de un líder que ordenase el juego. Sin embargo estas figuras solo podían destacar durante la modernidad en fases de incultura. Un sistema moderno en cambio precisa del protagonismo de todos y cada uno de los jugadores”.

La irreproducible barbaridad que Albert Morén le respondió a su nieto sería una prueba más de la superioridad evolutiva del fútbol del futuro.

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Written by Mavid Data

Documentalista. Antropología del fútbol. Cuenta oficial, pero no oficialista.

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